Médico - Sexólogo

viernes, 8 de abril de 2016

El arte de ser médico y el reto de crecer en la región

El arte de ser médico y el reto de crecer en la región

Redacción Expreso/ Guayaquil/08 abr 2016 / 01:19 

Es el único médico de la familia, la vocación la lleva por dentro. Édison Pazmiño -ese hombre de 36 años que refleja seguridad y firmeza al hablar- tenía apenas siete cuando soñaba con ser doctor. Quería sanar al otro -precisa- combatir enfermedades, ayudar al prójimo..., desarrollar un sinfín de habilidades.
Nació en Quito y creció jugando a ser un especialista. Sus amigos y mascotas eran sus pacientes, las jeringas y estetoscopios sus más preciados juguetes. En sí los objetos que marcaron su vida y lo convirtieron en uno de los mejores médicos de la región.
Estudió medicina en la Universidad Central del Ecuador. Años más tarde, Sexología en el Centro de Investigaciones Psiquiátricas, Psicológicas y Sexológicas de Venezuela. Institución que más que escuela fue su hogar. El lugar que le dio la oportunidad para prosperar y en el que ejerció el rol de docente, médico tratante y coordinador del programa de sexología clínica y de la Unidad de transexualidad.
Esta, la zona que puso a prueba su vocación de estudiante. Aquella en la que dio amparo, apoyo psicológico y tratamiento hormonal a sus pacientes. Esas personas que sin importar la edad, a diario, trataron de enfrentar de forma positiva su realidad.
Paralelo a ello, Pazmiño -quien además luchó porque la educación en los colegios del sector sea esencial para que durante el proceso de cambio, los individuos ‘trans’ no experimenten el rechazo de la sociedad- hizo un diplomado sobre relaciones de pareja y se formó también como Asesor clínico y terapeuta individual.
Con el pasar del tiempo su nombre, como era de esperarse, hizo eco. Sonó en los medios venezolanos y en los canales de televisión. Las ofertas nuevamente llegaron y, con ello, el rumbo de este trotamundos y amante de la fotografía erótica, la cocina y las aves..., cambió rotundamente.
Su nuevo destino fue Colombia. La Universidad de Caldas lo invitó a ser parte de su equipo y por dos años fue docente de pregrado y posgrado de la sección de sexología de la facultad. La experiencia resultó maravillosa, concreta.
Hoy su vida es distinta. Luego de viajes y preparaciones (que aún no cesan. Él es de las personas que considera que uno jamás debe dejar de estudiar), finalmente ha retornado a su natal Ecuador. A su tierra, al rincón en el cual prevé dar vida a proyectos personales, que incluyen hacer un postgrado en urología para así, finalmente, operar a pacientes transexuales que “tengan plena conciencia de quiénes son o qué quieren ser”. Y laborales, como el hecho de crear un instituto de investigación de sexología clínica o una unidad de intersexualidad.
“Esas son algunas de las metas que tengo, quiero y pienso hacer realidad. Este tema de la sexualidad y los cambios que hoy se viven generan confusión y tristeza en la familias. Las unidades o centros que busco crear son justamente para dar apoyo integral al paciente. Mi objetivo es que ellos y quienes integran su entorno puedan vivir de una mejor manera, equilibradamente y feliz”.
Entre sus planes también consta reencontrarse y darle seguimiento al caso del primer bebé hermafrodita que trató en el país. Su historia lo marcó completamente. Lo motivó a investigar, a socorrer y prepararse cada día más...

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